jueves, 27 de octubre de 2016

B´ak´tun Trece - Legado Maya


E
l Instituto Nacional de Antropología e Historia presenta en el Museo Regional Cuauhnáhuac – Palacio de Cortés: B´ak´tun 13. Legado Maya, exposición fotográfica conformada por 37 imágenes de gran formato sobre la arquitectura, urbanismo, y escritura jeroglífica mayas de las zonas arqueológicas de Yucatán, Campeche, Chiapas, Tabasco y Quintana Roo, captadas en distintas épocas por los fotógrafos Ignacio Guevara, Javier Hinojosa, Jorge Vértiz y Michel Zabé.


Durante más de 25 siglos (1000 a.n.e.-1523 n.e.), el sureste de México y el de Guatemala, Belice, El Salvador y Honduras, fue testigo de la fundación, auge y abandono de numerosas ciudades habitadas por los mayas. Urbes antiguas como Palenque, Comalcalco, Tikal, Calakmul, Uxmal y Chichén Itzá, son testimonios majestuosos de los logros artísticos, tecnológicos y en diversos campos del conocimiento, alcanzados bajo el patrocinio de sus poderosas dinastías gobernantes. Sus templos, palacios y juegos de pelota fueron profusamente decorados con estuco modelado, pintura mural, estelas y relieves de piedra en los que, por única vez en Mesoamérica, quedaron plasmados, a través de escritura jeroglífica, los principales eventos en la vida de los gobernantes, el devenir de sus deidades y el incesante fluir del tiempo a partir de la fecha de creación del universo.

A través del desciframiento de la escritura maya ha sido posible conocer el extenso conocimiento que tuvieron sobre matemáticas y astronomía, a partir de los cuales fue posible el desarrollo del sistema calendárico. Este último fue el instrumento para calcular acontecimientos importantes así como la voluntad divina que dominaría una fecha determinada. Los pronósticos podían ser interpretados por sacerdotes que mediante ritos propiciatorios trataban de modificar de manera favorable el porvenir. En particular, las profecías asociadas a los fines de periodo han atraído recientemente la atención por la idea errónea de que se predijo el fin del mundo en el 2012.


Los textos jeroglíficos también aportan información sobre la mitología y son fuente sustancial para la reconstrucción del panorama político: identificación de glifos emblema, genealogías, eventos de guerra, alianzas matrimoniales, sacrificio de gobernantes, prisioneros, títulos y cargos de gobierno; asimismo, son indicadores de relaciones de parentesco, así como de subordinación o igualdad.

La escritura formó parte de la cultura aristocrática y sirvió para hacer propaganda política y religiosa. En ella registraron los principales eventos como las referencias al nacimiento de los gobernantes, sus entronizaciones, la designación de herederos, defunciones, rituales de veneración a las deidades o conmemoraciones de fines de periodo, entre otros.


URBANISMO MAYA
La ubicación de los asentamientos, ya sea al pie de la sierra (por ejemplo, Palenque), a la orilla de un río (Yaxchilán) o en medio de una zona sin corrientes superficiales de agua (Uxmal o Chichen Itzá), propició la construcción de numerosas obras de infraestructura para el funcionamiento de los edificios y el abastecimiento de agua.


Existen obras públicas como los acueductos de Palenque, las terrazas de nivelación características de sitios como Yaxchilán, Bonampak y Toniná, la creación de la aguada central que proveía de agua al núcleo urbano de Kohunlich o los chultunes del norte de Yucatán, depósitos hechos para almacenar el agua de lluvia. Otra obra de gran importancia fue la red de caminos (sacbeo’ob) que los mayas construyeron para comunicar grupos arquitectónicos dentro de las ciudades e incluso entre las urbes mayas, como aquel que une Cobá y Yaxuná, con una extensión de 100 km.

Estas obras involucran un conocimiento especializado del medio ambiente y en consecuencia de los materiales constructivos seleccionados, para los cuales desarrollaron complejas técnicas de construcción. Otro considerable esfuerzo se requería para el mantenimiento de las ciudades y edificios ante las inclemencias del medio ambiente.

YUCATÁN
Durante la primera mitad del siglo XIX se generó un gran interés por los sitios arqueológicos mayas, gracias a los descubrimientos de John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood. Resultado de sus viajes y estudios, dieron a conocer a occidente los monumentales edificios y esculturas de las antiguas ciudades mayas con la publicación de dos diarios de viaje, ilustrados con dibujos de excelente calidad y realismo. A partir de entonces, comenzaron las expediciones de personajes, entre otros, de Charles E. Brasseur de Bourbourg, Augustus le Plongeon Désiré Charnay, Edward H. Thompson, quien fue el primero en dragar el cenote de Chichén Itzá. Hacia fines del mismo siglo, se llevarían a cabo los importantes estudios de Marshall Saville en Labná y Teobert Maler, quien aporta uno de los mejores registros fotográficos de un gran número de sitios, así como un importante estudio arquitectónico. Dentro de este grupo de investigadores extranjeros se encuentra también el arqueólogo inglés Alfred Maudslay, quien efectuó siete expediciones a Centroamérica, entre las cuales dedicó un periodo a Yucatán y en especial a Chichén Itzá.

En el ámbito nacional, se realizaron investigaciones utilizando la vasta información recuperada por los viajeros y estudiosos extranjeros, así como de los escritos coloniales. Destaca el trabajo del historiador Eligio Ancona y, posterior a él, la obra de Cresencio Carrillo Ancona, obispo de Yucatán, quien además de realizar una de las obras más importantes de la historiografía de Yucatán (Historia Antigua de Yucatán) fue el creador de un museo que reunía importantes manuscritos mayas y objetos arqueológicos.

Después de la Revolución mexicana (1910-1917) las instituciones extranjeras consolidan un liderazgo en el campo de la arqueología maya de Yucatán, con investigaciones intensivas en Chichén Itzá y desarrollando estudios en torno a la escritura jeroglífica, etnografía, lingüística y filología. Eric J. Thompson es uno de los mayistas más sobresalientes, uno de los primeros en conjuntar la investigación etnohistórica con la arqueológica y su publicación de Catalog of Maya Hieroglyphs marcaría un acelerado desarrollo del desciframiento de la escritura maya que continuarían ampliando investigadores como Tatiana Proskouriakoff, Heinrich Berlin y Yuri Knorozov.

En fechas más recientes, se han realizado importantes trabajos tendientes a establecer una secuencia ocupacional en distintas regiones de Yucatán, mediante un control cuidadoso del trabajo de excavación y de un depurado análisis del patrón de asentamiento. Además, se emprenden numerosas exploraciones y restauraciones arquitectónicas en sitios como Uxmal, Kabah, Sayil, Dizibilchatun, Labná, Ek Balam y Chichén Itzá, por parte de especialistas mexicanos.

CAMPECHE
El estado de Campeche ocupa la parte suroeste de la península de Yucatán y se trata de una gran planicie cárstica, es decir, que fue erosionada por el agua, en donde subsisten amplias zonas de selva tropical. La parte sur occidental cuenta con cuerpos de agua como los ríos Candelaria y Champotón y la laguna de Términos entre otros. Más al norte, el agua de lluvia que penetra por filtración al subsuelo y forma un sistema de drenaje subterráneo origina los cenotes (del maya d’zonot), donde afloran las corrientes por las fallas de la capa calcárea. Estos pozos naturales son la base de la vida de la región, y a su alrededor se han instalado los grupos humanos desde épocas prehistóricas. En esta zona se encuentran sitios tan importantes como Edzná, Akanmul y Jaina, mientras que en el sur de Campeche se localizan urbes como Calakmul, Becán, Placeres, Balamkú y Nadzca’an que tuvieron una estrecha relación con otras entidades políticas de la región del Petén guatemalteco.

En particular, la confederación reconocida por el emblema de la Cabeza de Serpiente, cuya capital fue Calakmul, jugó un papel muy importante en el desarrollo de la región desde épocas muy tempranas. Las ciudades cuentan con proyectos arquitectónicos monumentales, con suntuosas cámaras funerarias para los altos dignatarios, edificios con fachadas decoradas con pintura mural así como mascarones y frisos de estuco modelado. Calakmul es el sitio donde se ha registrado el conjunto más numeroso de estelas y en la actualidad forma parte de la mayor reserva mexicana de bosque tropical.

Tras el ocaso de Calakmul en 695 a.n.e., surgieron cambios en la organización política regional que promovieron otras tendencias estilísticas en la arquitectura, el arte y la cerámica que han sido denominadas Río Bec y Chenes presentes en el sur y oriente de Campeche y Puuc en el norte y que se producen entre los siglos VII a IX.

CHIAPAS
En la historia de la arqueología mexicana, Palenque ocupa un lugar destacado al ser el primer sitio en el área maya en ser explorado. Hacia finales del siglo XVIII, José de Estachería, gobernador general de Guatemala, territorio al que pertenecía Palenque en aquel entonces, envió las primeras expediciones para conocer a aquellos que habían construido la extraordinaria ciudad en ruinas, así como para reconstruir su historia y formas de vida.
Durante el siglo XIX numerosos viajeros como Guillermo Dupaix, Jean F. de Waldeck; John L. Stephens y Frederick Catherwood, Désiré Charnay, Alfred P. Maudslay y Teobert Maler, documentan importantes sitios arqueológicos en el estado de Chiapas, despertando con ello el interés académico hacia esos enigmáticos vestigios. A partir de entonces, se han
llevado a cabo numerosos proyectos arqueológicos sobre un variado mosaico cultural comprendido desde los primeros asentamientos agrícolas en la Costa de Chiapas −hacia 1700 a.n.e.− hasta los sitios olmecas, zoques y mayas, quienes a lo largo de varios siglos habitaron este complejo territorio de sinuosos contornos.

Las poblaciones mayas estuvieron asentadas tanto en las tierras altas como el caso de Toniná, Chinkultik y Tenam Puente, mientras que en las tierras bajas destacan aquellas cercanas al río Usumacinta como el caso de Palenque, Yaxchilán y Bonampak, ciudades sobresalientes por su arquitectura, por la rica pintura mural conservada así como por los extraordinarios relieves escultóricos.

QUINTANA ROO
Los mayas de Quintana Roo compartieron una historia y un bagaje cultural común con sus vecinos, pero desarrollaron rasgos propios y vivieron procesos históricos específicos. La franja costera que comprende alrededor de 1000 km al oriente de la Península de Yucatán, fue poblada por numerosos grupos durante el Posclásico Tardío (1200-1550 n.e.) quienes aprovecharon los recursos naturales y las condiciones favorables para el desarrollo de un sistema de comercio con rutas marítimas y terrestres. El intercambio incluía productos locales como la sal, miel, cera, cacao, copal, plumas, pieles y tejidos y se importaban herramientas de piedra como la obsidiana así como jadeíta y metales como oro y cobre. La región se distinguió por el desarrollo de tipos particulares de arquitectura, cerámica y pintura mural y sitios como Tulum-Tankah, Conzumel, Xcaret, Xelhá y El Meco fueron además de centros comerciales, entidades políticas y religiosas importantes.

Desde épocas anteriores algunos asentamientos habían cobrado importancia como el caso de Xelhá, que parece haber sido un puerto importante bajo el control de Cobá (250-900 n.e.) que fue el centro rector del norte de Yucatán. En tanto, en el sur de Quintana Roo, asentamientos como Kohunlich tuvo una larga ocupación, desde el 500 a.n.e. hasta el 1100 n.e., como lo documentan entre otros vestigios el sobresaliente Edificio de los Mascarones del Clásico Temprano. Mientras que Dzibanché  constituyó una capital regional con un papel protagónico en el ambiente político de las Tierras Bajas del sur durante la misma época.

TABASCO
El primer viajero que visitó sitios arqueológicos de Tabasco fue Désiré Charnay. Entre 1880 y 1883 hizo interesantes observaciones como el hecho de notar una diferencia jerárquica entre centros primarios y secundarios como Bellote, Ceiba y Jonuta. En 1925, Frans Blom, en compañía de Oliver La Farge, realiza una expedición auspiciada por la Universidad de Tulane, Nuevo Orleans, en la cual visitan La Venta, Tortuguero, Jonuta, Comalcalco y otros sitios más.
Estas primeras investigaciones −junto con la de Teobert Maler− sirven de soporte al desarrollo actual de la arqueología de Tabasco. En la actualidad se sabe que varios reinos importantes del Clásico maya (250-900 a.n.e.) tuvieron asiento en el oriente del estado de Tabasco, donde los ríos Usumacinta y San Pedro Mártir dieron forma a los ricos suelos donde se asentaron las antiguas comunidades. Sitios como El Arenal, Reforma, Santa Elena, Tortuguero, Pomoná y Tiradero, sobresalen por los vestigios de su arquitectura, escultura e inscripciones.

El desciframiento de los extensos textos escritos señalan las complejas relaciones, a veces hostiles y en otros casos pacíficas, que tuvieron los sitios tabasqueños con los poderosos vecinos de Palenque y Piedras Negras y con sitios más distantes como Toniná, Yaxchilán y Calakmul. La zona del Usumacinta jugó un papel muy importante porque enlazó  las relaciones comerciales y políticas entre la costa del Golfo, el área de Palenque y el Alto Usumacinta, con el corazón de las tierras bajas mayas del sur.

Hacia la parte final del Clásico (600-900 a.n.e.) se fundan centros mayores y menores en el Bajo Usumacinta y toda la cuenca del San Pedro y San Pablo, como sería el caso de Jonuta y Comalcalco. Este último fue una importante cabecera política perteneciente a la esfera palencana y marca el límite occidental del área maya. La ciudad destaca por la monumentalidad de los edificios construidos con ladrillos cocidos y tierra, materiales que sustituyeron la ausencia de rocas en la llanura de aluvión.
Aunque Comalcalco logró prolongar su esplendor unos siglos después del gran derrumbe de los centros del Altiplano y de las tierras bajas, finalmente también sufrió las consecuencias del desajuste del periodo y fue abandonado. La caída de este y otros sitios de la costa pudo ser consecuencia de la presencia de grupos del centro de México quienes llegan a la planicie de Tabasco donde encuentran un comercio floreciente y una agricultura próspera especializada en la producción de cacao.







martes, 5 de julio de 2016

La fotografía en la Revolución Mexicana | Exposición temporal del 16 de julio al 23 de octubre - 2016


Título: Locomotora no. 40 construida por obreros mexicanos en los talleres de Aguascalientes

Colección: Archivo Casasola

Lugar y fecha:Aguascalientes, Aguascalientes, ca. 1910
No. Inventario:5024



































La Secretaría de Cultura federal a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Sistema Nacional de Fototecas, el Museo Regional Cuauhnáhuac - Palacio de Cortés y la fototeca Juan Dubernard del Centro INAH Morelos, presenta del 16 de julio al 23 de octubre, la exposición La fotografía en la Revolución mexicana.

En el marco de las Conmemoraciones del Centenario del inicio de la Revolución Mexicana, la Fototeca Nacional del INAH ofrece un acercamiento a la imagen de este episodio histórico. Mediante esta muestra se pretende llamar la atención en torno a dos aspectos que desde el archivo han sido detectados por quienes hemos tenido contacto continuo con los originales fotográficos. Uno de ellos es la toma de conciencia de las diversas miradas fotográficas del evento revolucionario. El otro tiene que ver con aquellos momentos que la fotografía elevó al rango de “acontecimientos de la Revolución”. En esencia, esta selección propone tomar distancia con respecto de la imagen festiva y del lugar común, e intenta ser más incluyente en lo que se refiere a la difusión de la gama de asuntos registrados por la cámara fotográfica.


Título: Camarografos filman combate con artillería
Colección: Archivo Casasola
Lugar y fecha: México, ca. 1915
No. Inventario:95488
Ya no es posible afirmar que Casasola sea el fotógrafo de la Revolución. Las investigaciones de los últimos treinta años han insistido en reconocer la labor de diversos fotógrafos movilizados entre los sucesos que la revolución suscitó. El profesionalismo de fotorreporteros como Manuel Ramos, Heliodoro J. Gutiérrez, Jerónimo Hernández, Abraham Lupercio, Antonio Garduño, Samuel Tinoco, entre otros, se complementa con el de los fotógrafos de estudio en los estados de la República, así como con la pericia de los aficionados y de los fotógrafos desconocidos, aún por descubrir. Le debemos a la “Agencia Mexicana de Información Fotográfica” fundada en 1912 por Agustín Víctor Casasola, y a su liderazgo en el ámbito del fotoperiodismo mexicano, la función aglutinadora de una parte de las fotografías tomadas durante el periodo revolucionario, que la Fototeca conserva en sus acervos. Aun cuando muchas de las fotografía mostradas hayan circulado a nivel mundial, su capacidad testimonial no debe dejar de incitar asombro, terror, empatía, dolor; así como tampoco dejar de provocar conjeturas, revelaciones y preguntas que penetren más hondo en la memoria de la Revolución Mexicana.

Patricia Massé / Daniel Escorza

Curadores

Título: Revolucionarios entran a galope en un poblado
Colección: Archivo Casasola
Lugar y fecha: México ca. 1911
No. Inventario:5735
Título: Ernesto Pugibet durante la inauguración de una fuente
Colección: Archivo Casasola
Lugar y fecha: Ciudad de México ca. 1912
No. Inventario:36885
Título: Partidarios Maderistas
Colección: Archivo Casasola
Lugar y fecha: Ciudad de México ca. 1910
No. Inventario:186139

En el marco de la exposición se realizará el Encuentro de Fotografía con tres mesas de diálogo y dos presentaciones editoriales para propiciar el análisis, reflexión e interpretación de la imagen histórica.

El viernes 29 de julio en punto de las 18:00 horas se presenta el libro Agustín Víctor Casasola. El fotógrafo y su agencia del investigador de la Fototeca Nacional del INAH, Daniel Escorza. Participan los investigadores Ricardo Pérez Montfort,  Patricia Massé Zendejas y el autor. Modera Carlos Barreto.

La primer mesa de diálogo: Panorama de la producción fotográfica contemporánea en Morelos se llevará a cabo el miércoles 10 de agosto a las 17:00 horas. Participarán los fotógrafos Luis Gilberto Chen, Reynel Ortiz y Saraí Ojeda; modera la curadora Isadora Escobedo.

Memoria colectiva. Usos y funciones de los archivos fotográficos, segunda mesa de diálogo, se realizará el miércoles 17 de agosto en punto de las 17:00 horas. En ella participan Erick Alvarado Tenorio, coordinador de la Fototeca Juan Dubernard y los artistas René Díaz y Sonia Carolina.  Modera la curadora Vera Castillo Trujillo.

Finalmente, se realizará el 1 de septiembre a las 17:00 horas la mesa Fotografía y cine en el periodo revolucionario en la que participan, Juan Manuel Aurrecoechea, Marlen Carrillo y Blanca Ruiz Pérez, modera José Miguel Rueda de la Peña. Esta mesa, antecede la proyección del documental La historia en la mirada, el cual se presenta a las 18:00 horas en colaboración con el Cineclub de Palacio de Cortés y la Filmoteca de la UNAM. El video, realizado por José Ramón Mikelajáuregui, fue elaborado con imágenes rescatadas, preservadas y restauradas digitalmente por la Filmoteca, con el apoyo del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

El filme retrata la etapa previa al estallido de la Revolución mexicana, desde el final del Porfiriato, la efervescencia social, el efímero gobierno de Madero y la presencia de las clases populares en la figura de Villa y Zapata, hasta la firma de la Constitución de 1917. Todo esto a través de imágenes en movimiento, registradas durante los acontecimientos, principalmente por los hermanos Alva, cinefotógrafos del momento, con las cuales se percibe la mirada contradictoria y estremecida de la gente de la época.




Para cerrar el Encuentro de Fotografía se presentará el día viernes 7 de octubre a las 18:00 horas el número 56 de la revista Alquimia, órgano informativo del Sistema Nacional de Fototecas (SINAFO). Presentan Eric Jervaise, Laura González Flores, Víctor Hugo Valencia y el editor de la revista José Antonio Rodríguez. Modera Alicia Viesca.




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viernes, 11 de marzo de 2016

Morelos, un Estado en la mirada de los fotógrafos






El Instituto Nacional de Antropología e Historia a través del Museo Regional Cuauhnáhuac–Palacio de Cortés, presenta a partir del 12 de marzo y hasta finales de junio del 2016 en la Sala de Exposiciones Temporales: Morelos, un Estado en la Mirada de los Fotógrafos.

La exposición -que consta de 102 piezografías realizadas a partir del trabajo de reconocidos fotógrafos- fue producida por Arte y Biodiversidad A.C., una asociación que busca a través de proyectos relacionados con el arte y la ciencia, apoyar a la conservación de especies en peligro de extinción, auxiliar a comunidades que lo necesitan y colaborar con agrupaciones e instituciones abocadas al arte y la cultura.

En ese sentido, Morelos, un Estado en la Mirada de los Fotógrafos es un proyecto que representa el esfuerzo conjunto de sociedad civil, la comunidad artística y cultural y el sector gubernamental y educativo de Morelos, encaminado a generar los medios que propicien el desarrollo cultural, productivo y económico de la entidad, como una herramienta de difusión de la riqueza histórica, artística, turística y cultural de nuestro estado.

La exposición fotográfica iniciará su ciclo de exhibiciones en marzo en el Museo Regional Cuauhnáhuac–Palacio de Cortés y posteriormente se pretende exhibir en las doce universidades a nivel nacional con las que la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) tiene convenios de colaboración, entre las que destaca la UNAM.

Los fotógrafos participantes son: Raúl Aguilar Sibaja, Jorge Pablo Aguinaco Llano, Lourdes Almeida, Mariano Aparicio Fernández, Lizeth Arauz Velasco, Adriana Patricia Aridjis Perea, Lorenzo Armendáriz García, Jorge Ávila Ayala, Irene Barajas Bustos, Gerardo José Beretta Buckley, Enrique Bostelmann, Rosalba Isabel Bustamante Fuentes Calvo, Lorena Raquel Campbell Díaz, María del Rosario Josefa Camus y Gómez, Miguel Ángel Carrasco Parraga, Jorge Iván Castaneira Jaramillo, Laura  Castañeda García, Maria Blanca Charolet López, Luis Gilberto Chen Charpentier, Julia  Con Uribe, Clayton Thomas Conn,  Carlos Antonio Contreras de Oteyza, Cristina Nicole Contreras Korényi, Flor de María Cordero Estrada, José Marco Antonio Cruz López, Paul Czitrom Baus, Keith Vincent Dannemiller, Ireri de La Peña Campa, Karel del Ángel Benitez, Rafael Doniz Lechón,  Ricardo Espinosa Orozco, Agustín Estrada de Pavía, Marisol Fernández Alonso, Gabriel Figueroa Flores, Edith Maricela Figueroa Zamilpa, Elizabeth Flores López, Enrique Franco Torrijos, Efrén Enrique Galván Millán, Andrés Javier Garay Nieto, Gloria García Ramírez, Ricardo Garfias Méndez, Ricardo José Garibay Ruiz, Ricardo María Garibay Velazco, Dolores González Mendoza, Marco Luis Carlos Hahn Ramírez, Javier Hinojosa Hinojosa, Graciela Iturbide, Luis Lavat Guinea, Fabrizio León Diez, Bela Límenes Rosenfeld, Araceli Limón Vázquez, Ian Lizaranzu, Elsi Yolanda López Andrade, Maritza López Castillo, Yolanda del Rosario Luna Martínez, Ricardo Maldonado Garduño, Alejandro Martínez Mena, Eniac Martínez Ulloa, Elsa Medina Castro, Víctor Mendiola Galván, Pedro Meyer Rishheimer, Orlando Montes Gutiérrez, Fernando Montiel Klint, Eugenio Morales Montoya, Marina Morris Uruchurtu, Luis Rodrigo Moya Moreno, Rainer Mario Mutschlechner Birk, Alejandro Nava Zurita, Laura Grace Navarro Gutiérrez, Jaime Navarro Soto, Leticia Olvera Arellano, Marco Antonio Pacheco González, Jerónimo Palomares Galván, Norma Patiño Navarro, Pedro Raúl Pérez Cuevas, Ernesto Ramírez Bautista, Jessica Rangel Aguilar, Fernando Rosales Valenzuela, Miguel Salgado Parra, Jorge Salgado Ponce, Juan San Juan Rebollar, Azucena San Martín Domínguez, Luz Dolores Sánchez Nagore, Lourdes Sánchez Puig, Benjamín Diederik Schalwick Ulielander, Otto Sirgo, Carlos Somonte, Guillermo Soto Curiel, Fernando Ángel Soto Vidal, Pablo Sotres Castrejón, Gerardo Suter Latour, Patricia Torre Genovés, María de Los Ángeles Torrejón Becerril, Enrique Torres Agatón, Pedro Tzontémoc Díaz Lloréns, Luis Antonio Valdés Martínez, Pedro Valtierra Ruvalcaba, Jorge Vértiz Gargollo, Enrique Villaseñor García, Ricardo Vinós y Cruz López, Adam Hurd  Wiseman Mitchell y Manuel Zavala Alonso.

La muestra se acompañará con textos de Luis Ignacio Sáinz Chávez, Laura González y Miguel Ángel Berumen.

Cabe destacar que el proyecto contempla la edición de un libro, que Arte y Biodiversidad A.C. está preparando en colaboración con el Gobierno del estado. El impreso tiene el propósito de favorecer el sentido de pertenencia a nuestro estado entre estudiantes de nivel secundaria, con la donación de dos ejemplares a cada una de las bibliotecas de las 274 secundarias existentes en el estado de Morelos.

El libro incluye textos de Enrique Humberto Cattáneo y Cramer, Luis Ignacio Sáinz Chávez, Juan Antonio Siller Camacho, Graco Ramírez Garrido Abreu, Cristina Faesler Bremer y Armando Haddad Giorgi. 

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Morelos, un Estado en la mirada de los fotógrafos



Arte y Biodiversidad, A.C. sigue empeñada en sorprendernos y lo hace desde la defensa y promoción de una visualidad necesaria: el registro múltiple, en caleidoscopio, de los rostros humanos, territoriales y patrimoniales de una entidad federativa, Morelos, protagónica en la construcción del México contemporáneo. Desde la mirada pluralísima de 102 fotógrafos se ofrece un viaje alucinante por una geografía y una sociedad empeñadas en seguir siendo, defendiendo a capa y espada su identidad y su futuro.

Armando Sandoval Hoffmann y Armando Sandoval Martínez nos demuestran que es posible creer en que nuestras circunstancias pueden ser más favorables, comprometidas con lo mejor de nosotros, y ahora dedican su talento y capacidad de convocatoria en favor  del mantenimiento de nuestro patrimonio cultural y en apoyo de las labores solidarias del Voluntariado del Hospital General de Cuernavaca “Dr. José G. Parres”, A.C.

Los emplazamientos de las cámaras se suceden sin tregua para brindarnos una visión lo más integral posible de sus rasgos primigenios: Morelos, un Estado en la mirada de los fotógrafos. Testimonios y miradas de espectadores de un festín visual; censo y catálogo de la personalidad de los personajes de esta comunidad abierta y de su inserción en sus contextos y escenarios. En suma, señas de identidad de una población diversa y plural, multilingüe y dueña de un sinfín de intuiciones de mundo, que se aloja en regiones contrastantes. Elasticidad geográfica que anuda las alturas del Eje Neovolcánico, llamado de tal suerte porque sus humeantes o extintas coronas son recientes en comparación con la longevidad de la tierra, presididas por la majestad del Popocatépetl (náhuatl: “El cerro que humea”) y sus 5500 msnm, con la Depresión del Balsas que rebana sierras enteras y yacimientos pétreos de inusitada belleza, hasta su punto más bajo en el cauce del río Amacuzac (náhuatl: “En el río de los amates amarillos”) y sus 800 msnm. Teatro delirante de una naturaleza, pero también de un paisaje cultural, que encontró su vocación en su brillo y esplendor, así como en la energía de su historia.   

En el fuste de la muestra fotográfica y, claro está, del libro por venir, aparece una miscelánea de tributos a Morelos y su gente. Algunos nos convidan sus ojeadas penetrantes, monocromas y de arcoíris arrebatados; otros escriben sobre esas fotografías, los evanescentes recolecciones que nos seducen y enraízan y, al hacerlo, todos ellos nos ayudan a develar el misterio de sus habitantes, sus devociones particulares, sus objetos cotidianos y de culto, sus estilos y guisas para invertir o dilapidar el tiempo, para ofrendarlo como óbolo a la divinidad de los altares o de los entornos naturales. Entre tanto corresponde también situar, bosquejando nada más las cargas históricas, ciertos significados, determinados episodios, útiles para articular tan soberbio atlas. En esta dirección el libro emprende un recorrido zigzagueante e incompleto que, en el aparente caos de los ires y venires del texto a cuestas de su polimorfa información, acompaña a los sentidos en su embeleso por el cárcamo de imágenes, alfa y omega de la presente exposición, apenas un adelanto de su inminente publicación que engalana los muros del principal recinto museográfico del Estado de Morelos.

Luis Ignacio Sáinz

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El horizonte de la imagen de Morelos
Contundente y armónica a la vez, la espléndida fotografía de Graciela Iturbide funciona como ejemplo sintomático de la presente colección de imágenes de Morelos. Clara en su manifestación de sentido y mínima en su forma, esta fotografía gira en torno al diálogo simbólico entre hombre y territorio. En Morelos, sugiere Iturbide, esa interlocución se logra mediante el usufructo ritual y mítico de las imágenes.

Mediante una sutil puesta en abismo —el uso de una imagen dentro de otra imagen— Iturbide utiliza la figura de Emiliano Zapata como centro y eje vertebrador de su composición. Convertido en imagen —en ícono del hálito campesino e insurrecto de Morelos— un cuadro de Zapata parece sostener el espacio delimitado por unos gruesos muros de piedra a medio derruir. Poderosa metáfora la de una habitación en ruinas sin otro techo que el cielo: lo que sugiere la imagen de Iturbide es que es en la dinámica de creación y destrucción de lo natural y lo humano donde se manifiesta el espíritu de un lugar.

También en el resto de las fotografías los hombres o mujeres reales de Morelos se convierten en imágenes. Representados como danzantes, vendedores de flores, frutas o revistas, chamanes, chinelos, jugadores de pelota o catrinas, los seres humanos se transforman a sí mismos para dialogar con el espacio que habitan. Y este, aún vacío e inmenso como en la bellísima imagen de Gilberto Chen, se convierte en un interlocutor del sentido de la vida de los seres humanos. Porque estos, sin las imágenes, no tendrían memoria de su paso por la tierra ni horizontes imaginables hacia los cuales dirigirse.

Laura González Flores
Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM

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La memoria del futuro
En 1891 apareció en el Trait d’Union, un periódico editado en francés en la ciudad de México, un anuncio del estudio fotográfico Schlattman Hermanos. En él, se incluía una cita de uno de los jurados de la Exposición de Artes de Saint Paul, Minnesota que decía, refiriéndose a la obra de los Schlattman: “un trabajo remarcable que justifica que la fotografía sea admitida como una de las bellas artes”. El anuncio también ostentaba una ilustración de las medallas ganadas por los fotógrafos en aquella muestra.

No es casual que los Schlattman incluyeran la cita en su publicidad. Este anuncio, por demás sugerente y original, retaba a los retratistas de caballete y a los clientes de estos a probar lo dicho. Dos años después, lo suficientemente acreditados entre la aristocracia mexicana en el medio del retrato, iniciaron una gran aventura cuando fueron contratados para documentar la construcción del ferrocarril de México a Cuernavaca, fabricando de una manera muy elocuente una parte muy importante de la memoria del futuro de Morelos.

Aunque pocos piensen en ello, con “Morelos, un Estado en la Mirada de los Fotógrafos” sin duda sucederá lo mismo. Con esta torrencial lluvia de imágenes que igual caen a color que en blanco y negro, se constituirá la memoria del futuro de este Estado. Incluso aquellos fotógrafos que realizaron sus registros sin proponerse ser vistos por los espectadores de finales del siglo XXI, dada su calidad, nombre y trayectoria, serán un referente obligado cuando esas generaciones quieran asomarse al ocaso del siglo XX y al amanecer de este siglo.
Miguel Ángel Berumen Campos
Director del espacio cultural Aquí estuvo Zapata Cuernavaca, Morelos




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